La paleta de colores emocionales

Todas las personas nacemos con una paleta de colores, una amplia gama de hermosas tonalidades emocionales. En función de nuestra historia, vamos utilizando unas y ocultando otras, solemos usar más aquellas que han sido reforzadas y dejar de lado las que han sido castigadas. Con el paso de los años, nos acostumbramos tanto a usar los mismos colores que, incluso, llegamos a olvidarnos de que el resto también están dentro de nosotros/as, llegando, en ocasiones, a rechazarlos, juzgándolos como “malos o inadecuados”.

Cada persona, a lo largo de su vida, se va asociando a una gama tonal, lo que va haciendo que cree su “marca de identidad” con la que se va construyendo una imagen de sí misma, con la finalidad de transmitir un “mensaje que ha establecido como correcto y/o adecuado”.

Evidentemente, esto nos permite ser vistos/as y distinguirnos de otras personas. Hemos empleado mucho tiempo y energía en construir esa imagen de nosotros/as mismos/as. En su momento fue necesaria para sobrevivir.

En ocasiones, llega un acontecimiento de la vida, que toca un interruptor que habíamos apagado, y se ilumina otro color interno. Una tonalidad diferente y/o desconocida para nosotros/as aparece en nuestro interior. Habitualmente, como interpretamos que ese color es “malo”, comenzamos a luchar con él y nos decimos cosas como: “este color no debería estar aquí”, “yo no soy esto”, “tengo que apagar esa luz sea como sea”. Nuestra identidad, que tantos años nos llevó formar, se tambalea y comienza un conflicto interno. En estos momentos solemos tener un nivel de sufrimiento considerablemente elevado.

Cuando nos paramos a observar, sin juzgar, ese “nuevo color” podemos llegar a ver la hermosura que tiene e incorporarlo, de nuevo, a nuestra paleta de colores (realmente sólo la recordamos, permitiendo que ese color que habíamos apagado vuelva a brillar dentro de nosotros), haciendo que está sea más completa y rica. De esta manera, podremos pintar cuadros diferentes, con diferentes tonalidades, eligiendo qué colores queremos emplear en cada escena de nuestra vida.

 

La paleta de colores del nacimiento

 

Desde el primer momento de nuestra existencia, nacemos con una paleta de colores emocionales, tan única como nuestra huella digital. Esta paleta es nuestra riqueza más primordial, un conjunto de herramientas emocionales con las que empezamos a pintar el mural de nuestra vida. Cada emoción, cada sentimiento, es un color vibrante esperando ser explorado.

Como niños, usamos esta paleta con una libertad envidiable. La alegría es un amarillo brillante, la tristeza un azul profundo, el miedo un gris sombrío, y la ira un rojo ardiente. no hay juicio en nuestros trazos, sólo expresión pura y genuina. Sin embargo, este uso indiscriminado de colores pronto se ve influenciado por las normas y expectativas de quienes nos rodean.

A medida que nos adentramos en el complejo mundo de la infancia y la adolescencia, las voces externas comienzan a influir en cómo percibimos y utilizamos nuestra paleta de colores emocionales. Los padres, educadores y compañeros, a menudo con buenas intenciones, empiezan a delinearnos diciéndonos qué colores son apropiados y cuáles deben ser evitados.

El niño que ríe a carcajadas, con su amarillo resplandeciente, es celebrado; mientras que el que muestra su tristeza o su ira, con azules y rojos intensos, es frecuentemente reprendido o consolidado, con el objetivo de cambiar su tonalidad emocional. Estas experiencias tempranas comienzan a moldear nuestra percepción de qué colores son aceptables y cuáles deben ser ocultadas o modificadas.

 

La selección y la pérdida

 

A medida que crecemos, aprendemos que ciertos colores son más aceptables que otros. Nuestros padres, maestros, amigos y la sociedad en general empiezan a moldear nuestra paleta. Se nos recompensa por mostrar colores como el entusiasmo y la felicidad, y se nos reprende o ignora cuando mostramos colores como la tristeza o la ira.

Así, poco a poco, empezamos a seleccionar qué colores usar y cuáles esconder. Algunos colores se vuelven dominantes en nuestra paleta, mientras que otros son relegados a los rincones más oscuros, olvidados o temidos. Esta selección, aunque a menudo inconsciente, determina en gran medida la manera en que nos relacionamos con nosotros mismos y con el mundo.

Este proceso de selección y pérdida se convierte en una danza delicada y, a veces, dolorosa. La paleta que una vez fue un arcoíris de posibilidades emocionales se transforma en un conjunto más restringido, dominado por unos pocos tonos «seguros» y «aceptables». En este esfuerzo por adaptarnos y ser aceptados, perdemos contacto con la riqueza y la diversidad de nuestra experiencia emocional.

La presión para conformarse y ajustar nuestra paleta emocional no proviene sólo de las figuras de autoridad, sino también de nuestros compañeros y medios de comunicación. La cultura popular glorifica ciertas emociones mientras que estigmatiza otras. Por ejemplo, la representación de la felicidad y el éxito constante en las redes sociales puede llevar a una comparación insana y a la superación de emociones menos «estéticas» como la envidia o la inseguridad.

La represión de ciertas emociones tiene un costo. Puede llevar a problemas de salud mental, como la ansiedad o la depresión, y también puede afectar nuestras relaciones y nuestra capacidad para conectar auténticamente con los demás. Los colores ocultos no desaparecen; Simplemente se almacenan, acumulando energía y a menudo manifestándose de maneras inesperadas y a veces destructivas.

La búsqueda de equilibrio entre la aceptación social y la autenticidad emocional se convierte en un desafío constante. Es un acto de equilibrio delicado, aprender a navegar las expectativas sociales sin perder contacto con la totalidad de nuestra experiencia emocional.

 

La marca de identidad

 

A medida que pasan los años, esta selección se convierte en «nuestra marca de identidad». Esta marca es como una firma que dejamos en cada aspecto de nuestra vida. Es cómo elegimos ser vistos, cómo nos presentamos al mundo y cómo nos diferenciamos de los demás.

Esta identidad, construida sobre una selección limitada de colores emocionales, nos ha ayudado a navegar por el mundo. Nos ha proporcionado una sensación de pertenencia y ha sido nuestra guía en situaciones sociales y profesionales. Pero esta marca también nos ha encasillado, limitado nuestra capacidad de experimentar y expresar la gama completa de nuestras emociones.

Nos apegamos a esta marca de identidad como un salvavidas, creyendo que nos protege y define quiénes somos. Pero, ¿qué pasa cuando empezamos a cuestionar esta identidad?, ¿Qué sucede cuando los colores que hemos suprimido durante tanto tiempo comienzan a emerger, desafiando la imagen que hemos construido cuidadosamente?

En ocasiones, la vida nos presenta desafíos que no encajan con la paleta de colores que hemos elegido mostrar al mundo. Estos momentos pueden desencadenar una crisis de identidad, donde los colores ocultos y reprimidos emergen con una intensidad abrumadora. En lugar de la claridad y seguridad que nuestra marca de identidad prometía, nos encontramos en un mar de confusión y conflicto.

El miedo al cambio es una poderosa fuerza que nos mantiene aferrados a nuestra marca de identidad, incluso cuando ésta ya no nos sirve. La idea de alterar la imagen que hemos presentado al mundo puede ser aterradora. Tenemos la incomprensión, el rechazo y la pérdida de las relaciones y estructuras que hemos construido.

Sin embargo, este desafío a nuestra marca de identidad también presenta una oportunidad para el crecimiento personal. Al enfrentarnos a estos colores emocionales que hemos evitado, tenemos la oportunidad de reintegrarnos en nuestra paleta y, por lo tanto, en nuestra vida. Esta integración nos permite desarrollar una comprensión más profunda y una aceptación más amplia de quiénes somos realmente.

 

El despertar de los colores olvidados

 

La vida, en su fluir impredecible, a menudo nos lleva a situaciones que sacuden nuestra paleta de colores. Estos momentos pueden ser crisis, pérdidas, cambios inesperados o momentos de revelación personal. Son instantes en los que un color olvidado o suprimido surge con una intensidad abrumadora.

Este despertar de los colores olvidados nos confronta con una parte de nosotros mismos que habíamos dejado de lado. Nos enfrenta a emociones y sentimientos que no encajan con la imagen que hemos construido. Es en este punto donde surge el conflicto, donde la lucha interna se hace más intensa.

Llega un momento en la vida en el que nos encontramos cara a cara con esos colores que habíamos decidido olvidar. A menudo, es un evento inesperado o una crisis lo que activa esta confrontación. Estos colores emergen, desafiando la armonía de nuestra paleta cuidadosamente seleccionada.

La aparición de estos colores olvidados puede ser sorprendente y desorientado. Nos encontramos en un conflicto interno, luchando contra emociones que creíamos haber dejado atrás o nunca haber tenido. Este conflicto puede generar una gran cantidad de sufrimiento y confusión.

Nuestra primera reacción puede ser intentar suprimir nuevamente estos colores emergentes. Luchamos por mantener intacta nuestra marca de identidad, pero este esfuerzo solo conduce a una mayor tensión y desgaste emocional.

El verdadero camino hacia La Paz y la autenticidad no se encuentra en la supresión, sino en la aceptación y la integración. Al aceptar estos colores olvidados y permitirles un lugar en nuestra paleta, comenzamos un proceso de transformación y enriquecimiento personal

 

La aceptación y la integración

 

La clave para manejar este despertar emocional no es la represión, sino la aceptación y la integración. Aceptar que cada color, cada emoción, tiene su razón de ser y su valor. Aceptar que nuestra paleta emocional es mucho más rica y diversa de lo que habíamos permitido.

A medida que aceptamos y abrazamos la totalidad de nuestra paleta emocional, nos embarcamos en un viaje de expansión personal. Cada color, incluso aquellos que una vez temimos o rechazamos, contribuye a la riqueza y profundidad de nuestra experiencia humana

La integración de estos colores olvidados es un proceso que requiere valentía y autoexploración. Implica permitir que estas emociones se expresen, entender su origen y su propósito. Al hacerlo, no sólo enriquecemos nuestra paleta, sino que también nos permitimos una comprensión más profunda de quiénes somos.

A través de la integración de todos nuestros colores emocionales, descubrimos una autenticidad que va más allá de la marca de identidad que habíamos construido. esta autenticidad nos brinda una sensación de libertad y plenitud que nunca antes habíamos experimentado

Con una paleta más completa, tenemos la capacidad de crear «cuadros» más ricos y variados en nuestra vida. Ya no estamos limitados a los mismos patrones y colores; ahora podemos explorar nuevas combinaciones y expresiones emocionales.

Lo más importante es que recuperamos el poder de elección. podemos elegir qué colores utilizar en cada situación, conscientes de la gama completa a nuestra disposición. Esta elección consciente nos permite navegar por la vida con una mayor sensación de control y propósito.

 

La complejidad de la paleta humana

 

Nuestra paleta emocional es un reflejo de la complejidad de la experiencia humana. Cada emoción tiene su lugar y su momento. La tristeza nos lleva a la introspección, la ira puede ser un catalizador para el cambio, el miedo nos protege, y la felicidad nos da energía y esperanza.

Comprender y aceptar esta complejidad es fundamental para vivir una vida plena. al abrazar toda la gama de nuestras emociones, nos abrimos a experiencias más auténticas y significativas. Nos liberamos de las restricciones de nuestra «marca de identidad» limitada y nos permite ser más completos, más humanos.

Adoptar y mostrar una paleta emocional más competa no está exenta de desafíos. Puede haber resistencias tanto internas como externas, ya que nos alejamos de la marca de identidad con la que nos habíamos identificado durante tanto tiempo.

Internamente, podemos enfrentar la inseguridad y el miedo. La familiaridad de nuestra antigua marca de identidad puede parecer tentadora, incluso cuando sabemos que limita nuestra expresión emocional completa.

Externamente, podemos enfrentar incomprensión o resistencia de aquellos que están acostumbrados a nuestra antigua identidad. Estos desafíos requieren coraje y resiliencia, pero también ofrecen la oportunidad de educar y abrir caminos para una mayor aceptación de la diversidad emocional.

El camino hacia la autenticidad sostenida es un viaje continuo. Implica una constante revaluación y ajuste de nuestra paleta emocional, asegurándonos de que siga reflejando nuestra verdad más profunda. A través de este proceso, podemos vivir una vida de auténtica plenitud y riqueza emocional

 

Pintando con todos los colores

 

Cuando empezamos a usar todos los colores de nuestra paleta, la vida se convierte en un lienzo mucho más rico y vibrante. Cada experiencia, cada relación, cada desafío se pinta con una paleta más completa y matizada.

Esta manera de vivir requiere valentía, porque implica mostrar aspecto de nosotros mismos que tal ves habíamos escondido. Pero también trae consigo una sensación de libertad y autenticidad. Nos permite ser verdaderamente nosotros mismos, en toda nuestra complejidad y bellaza

La práctica de usar todos los colores en nuestra paleta emocional transforma no sólo nuestra percepción interna, sino también cómo interactuamos con el mundo. Nos abre a una gama más amplia de experiencias y conexiones humanas.

Al abrazar cada color de nuestra paleta, nos permitimos una expresión auténtica de nuestras emociones. Ya no hay necesidad de ocultar o disfrazar lo que sentimos. Esta honestidad emocional fortalece nuestras relaciones y nos permite formar conexiones más profundas y significativas con los demás.

El uso de todos los colores también fomenta una mayor resiliencia emocional. Al reconocer y aceptar toda la gama de nuestras emociones, nos volvemos  más capaces de manejar los altibajos de la vida. La aceptación de nuestras emociones, incluso las dolorosas, reduce la resistencia y el sufrimiento innecesario.

Con una paleta emocional completa, nuestra creatividad también se desbloquea. La diversidad de emociones actúa como combustible para la imaginación, permitiéndonos explorar nuevas ideas, proyectos y perspectivas. Esta creatividad enriquecida puede manifestarse en todas las áreas de nuestra vida, desde el arte hasta la solución de problemas cotidianos.

 

La belleza de la diversidad emocional

 

La metáfora de la paleta de colores emocionales nos recuerda que no hay emociones «buenas» o «malas. Todas tienen su propósito y todas son necesarias para una vida saludable. Al reconocer y valorar cada color que compone nuestro ser, abrazamos la diversidad emocional que nos hace humanos.

En este viaje a través de la paleta emocional, hemos explorado el vasto espectro de colores que conforman nuestra experiencia humana. Hemos viajado desde la inocencia de la infancia hasta la complejidad de la adultez, descubriendo cómo las influencias externas y nuestras propias decisiones han moldeado nuestra forma de percibir y expresar nuestras emociones.

Cada uno de nosotros es un pintor único, con una paleta de colores emocionales que es sólo nuestra. La manera en que elegimos mezclar y aplicar estos colores en el lienzo de nuestras vidas crea una obra maestra en constante evolución. Esta obra es un reflejo de nuestra autenticidad, nuestras luchas, nuestras alegrías y nuestro crecimiento.

Te invito a mirar tu paleta con ojos nuevos, a experimentar con colores que quizás hayas olvidado o ignorado. Te animo a pintar con audacia, a expresar todas las facetas de tu ser con orgullo y confianza. En cada pincelada, encuentra la libertad de ser tú mismo, en toda tu complejidad y esplendor.

Agradezco tu compañía en este viaje. Espero que este recorrido por la paleta de colores emocionales te haya inspirado a abrazar cada aspecto de tu ser. Que encuentres en cada color, en cada emoción, una oportunidad para profundizar tu comprensión de ti mismo y del mundo que te rodea.

Que tu vida sea un lienzo vibrante, pintado con la paleta completa de tus emociones. Y que, al compartir tu obra maestra con el mundo, inspires a otros a descubrir y celebrar la belleza única de su propia paleta emocional.

Con cada color, con cada emoción, puntas el camino hacia tu autenticidad. Que tu paleta emocional te guíe hacia una vida plena, rica en experiencias y llena de autenticidad.

Un abrazo.

Raquel

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