La crisis de identidad en la mediana edad: reflexiones de una psicóloga

En mi practica como psicóloga, he tenido el privilegio de ser testigo de las historias de vida de muchas personas, cada una marcada por sus propias luchas, victorias y momentos de iluminación. Recientemente, un paciente, al que llamaré «Alex», para mantener su anonimato, me ofreció una visión singularmente humorística e irónica de su crisis de identidad en la mediana edad, un universal, aunque a menudo mal entendido, rito de paso.

Alex inició nuestra sesión con una observación que, debo admitir, me hizo reír: «Despertarte un día y darte cuenta de que estás oficialmente en la mediana edad es un poco como darte cuenta de que te has convertido en ese tío que baila en las bodas. Estás ahí, moviéndote torpemente, esperando que nadie esté grabando». Esta entrada no sólo rompió el hielo sino que abrió la puerta a una conversación profunda y reveladora sobre los desafíos y oportunidades que presenta la mediana edad.

 

La Crisis de Identidad en la Mediana Edad: Un nuevo despertar

 

Alex describió la mediana edad como un momento de despertar, un tiempo en el que comenzó a cuestionarse no sólo sus elecciones pasadas sino también sus deseos y expectativas para el futuro. «Es como estar en una autopista y darte cuenta de que has estado conduciendo en piloto automático. De repente, ves la señal de salida para «Nuevos Comienzos» y te preguntas si deberías tomarla.

Un tema recurrente en nuestras conversaciones fue la idea de redescubrir las pasiones y hobbies que había dejado de lado por las responsabilidades de la vida. «Empecé a tomar clases de guitarra», compartió Alex. «Y aunque mis dedos no se mueven tan rápido como me gustaría, hay algo increíblemente liberador en aprender algo nuevo. Es como decirle al mundo: «No he terminado todavía»

A lo largo de nuestras sesiones, Alex compartió sus luchas, con el miedo y la incertidumbre, que acompañan a esta etapa de la vida. «Hay días que me siento completamente perdido, como si estuviera tratando de leer un mapa sin las gafas de presbicia. Entonces me recuerdo con mucho ahínco, que está bien no tener todas las respuestas. Esta época va tanto sobre hacer preguntas como encontrar soluciones«.

Lo que más resonó en mí de las historias de Alex fue su capacidad para enfrentar su crisis de identidad con humor y autocompasión. «He aprendido a reírme de mí mismo», dijo. «Y a darme permiso para explorar, tropezar y, sí, incluso caer». Porque al final del día, lo que realmente importa es levantarse y seguir adelante.

Después de un tiempo, Alex decidió compartir un monólogo que había preparado con mucho cariño para contármelo en nuestra sesión, reflejando su viaje de autodescubriento con humor e ironía. Con su permiso, lo comparto aquí como una ventana a su experiencia

¿Crisis de identidad en la mediana edad? Si, definitivamente. Es esa época gloriosa de tu vida donde te preguntas si comprar una moto a los 50 como hobby o como llamada de auxilio. Pero aquí estoy, contándoselo a mi psicóloga, porque ella siempre me dice que reírse de uno mismo es terapéutico. Así que vamos a hacerle caso, que para algo le pago.

La mediana edad me golpeó como un camión. De repente, me encontré evaluando mi vida, preguntándome si éste era realmente el guión que quería seguir. Y entonces, en una revelación digna de una comedia de medianoche, decidí que era momento de un cambio. ¿Por qué no? Si los aguacates pueden tener su renacimiento en forma de tostadas, ¿por qué yo no?

Así que empecé a experimentar con pasatiempos que nunca pensé que intentaría después de los 30. La guitarra, por ejemplo. Siempre quise aprender, y resulta que ser horrible en algo puede ser increíblemente liberador. Mis dedos no están de acuerdo conmigo, pero ¿quién necesita dedos ágiles cuando tienes pasión?

Y entonces está el intento de estar «en onda» con la tecnología. Mis hijos me regalaron un smartwatch, que creo que es su forma de asegurarse de que no me pierda en el camino al supermercado. Aunque todavía estoy intentando entender por qué mi reloj necesita saber cuántos pasos doy. ¿Acaso va a felicitarme por llegar al refrigerador?

Ah, y el yoga. Pensé que sería pan comido. Resulta que el único pan aquí es el que debería dejar de comer. Pero cada vez que me caigo de la postura del árbol, me recuerdo a mi mismo: «Alex, lo estás intentando, y eso es más de lo que muchos pueden decir».

¿El punto de todo esto? Que la crisis de identidad en la mediana edad no es el fin del mundo. Es una oportunidad. Una oportunidad para reír, para probar cosas nuevas y quizás, sólo quizás, para encontrar esa versión de ti que se perdió entre las reuniones de trabajo y las citas parentales.

La historia de Alex, contada con sarcasmo y sinceridad, subraya la importancia de abordar la mediana edad no como una crisis, sino como una oportunidad para el crecimiento personal y la autoaceptación. A través de su discurso, nos enseña que la reinvención puede venir con su dosis de desafíos y momentos embarazosos, pero también con una gran oportunidad para redescubrir lo que realmente nos hace felices.

Como psicóloga, escuchar a Alex me reafirma la idea de que la crisis de identidad en la mediana edad es más común de lo que pensamos, y ciertamente no es motivo de vergüenza. De hecho, compartir estas experiencias con humor y gracia puede ser increíblemente curativo, recordándonos que, en el fondo, todos estamos tratando de descifrar este enigma llamado vida, sin importar nuestra edad.

Si te encuentras en la mediana edad, mirando hacia atrás (o hacia adelante) con incertidumbre, recuerda que no estás solo. Quizás este sea el momento perfecto para abrazar tu propia «crisis» y ver a dónde te lleva. Después de todo, como dice Alex, ¿qué es la vida sino una serie de aventuras y, ocasionalmente, una buena historia para contar?

Para todos los «Alex» que están ahí fuera, recuerden; la mediana edad es sólo el comienzo de un nuevo y emocionante capítulo. Y si necesitan un poco de orientación en el camino, mi puerta siempre está abierta.

Un abrazo

Raquel

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